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EDUCACIÓN COOPERATIVA
¡La educación nos revela nuestras posibilidades y nuestros límites!La Cooperativa debe servir a la sociedad y uno de sus objetivos ha de ser producir, incorporar, asimilar y reproducir saberes académicos, asimilar tecnologías y las nuevas prácticas cooperativas y mutuales, así como sus modernas tendencias y desafíos, auscultando sobre la carne viva de la realidad, los problemas socioeconómicos que aparecen constantemente, intentando hermanar rigor y prontitud en el diagnóstico de las cambiantes situaciones; vivificando en definitiva a la cultura cooperativa a través de un contacto permanente con las cuestiones más candentes y las inquietudes de mayor actualidad (educación, salud, trabajo, vivienda, consumo, servicios públicos –agua potable, energía, gas, transporte, minifundios, entre otros.)
Es que el cooperativismo no es una ideología sino, sólo un sistema solidario correctivo de las distorsiones del mercado y de las ausencias del Estado. Por eso mismo, según el PNUD, el cooperativismo integra definitivamente una economía más civil, más solidaria, más inclusiva y por ende, más humana.
La educación cooperativa consiste básicamente en la adquisición del hábito, de la pericia y la pertinacia de pensar, ver, juzgar, actuar y evaluar de acuerdo con los principios cooperativos y su marco axiológico. El sector cooperativo -quizás porque lo esencial es invisible a los ojos-, ha sido renuente, parco, esquivo y poco generoso con la inversión en educación. Eso mismo explica y predice el marcado absentismo cooperativo que por cierto obedece a la ausencia de consciencia plena en los cooperativistas de sus deberes y derechos cooperativos.

Este marco axiológico admirable, estas recicladas reglas rochdalianas no pueden ofrecer –por sí mismos- más que la autenticidad formal de una empresa cooperativa.
Definitivamente, una cooperativa sin cooperativistas, es decir sin mujeres, hombres y jóvenes de carne y huesos que sientan la ética cooperativa y la traduzcan en eficiencia y normas éticas y equitativas de conducta, siempre será frágil y no podrá desarrollar plenamente el importante rol social, económico y cultural a que está llamada.
Así pues, la educación cooperativa, solidaria e inclusiva por excelencia no debe admitir -o resignarse sin pesar- moras institucionales ni abusos del derecho ni del poder, sea por acción, sea por omisión o de cualquier otra forma, clase y grado. Tratemos de lograr operatividad, nuevos mecanismos para la inclusión mediante una renovada educación cooperativa con estrategias pedagógicas propias, apropiadas, mancomunando resiliencia y tensegridades cooperativas, adecuando e integrando sus rasgos más esenciales y caracterizantes con las nuevas cosas de hoy

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