LA FORTUNA QUE GANAN LOS PASTORES DE ESTAS MEGA
IGLESIAS
La
diferencia entre el salario anual de los líderes espirituales de una pequeña
congregación Cristiana (unos 28.000,00 dólares) y estos predicadores, es
impactante.
Cada vez menos estadounidenses se declaran
cristianos. Las comunidades católicas, protestantes y evangélicas han perdido
terreno frente a quienes no se identifican con ninguna religión. Sin embargo,
en las mega-iglesias ese declive parece un amaño estadístico, distante del
fervor de los asistentes a esos templos y de sus carismáticos pastores.
Más de 40.000 personas asisten semanalmente a los
servicios de Lakewood Church, en Houston, Texas (Amber Case - Flickr)
De acuerdo con la definición del Hartford Institute
for Religion Reserch, “el término mega-iglesia por lo general se refiere a
cualquier congregación cristiana protestante con una asistencia semanal
promedio de 2.000 personas o más a sus servicios de culto”. El fenómeno se
inició en la década de 1970 y ha tomado auge en los últimos años con la
expansión del protestantismo evangélico, la única tendencia que ha resistido en
cifras absolutas el repliegue religioso entre los norteamericanos.
Pero el crecimiento espectacular de estas
congregaciones, muchas al margen de las denominaciones tradicionales, ha
despertado también dudas sobre su funcionamiento. Las críticas se han dirigido
en particular contra la gestión autoritaria de algunos líderes, cuya ambición personal
se mezcla con la misión de las iglesias. Además, el manejo de las finanzas y
los salarios de los predicadores también ha levantado suspicacias.
¿Ejecutivos o pastores?
Un pastor cristiano de una pequeña congregación
recibe un salario anual en torno a los 28.000 dólares, según la National
Association of Church Business Administration. La diferencia con respecto a
ciertos líderes espirituales de mega-iglesias es impactante.
Joel
Olsteen, que años atrás aceptaba 200.000 dólares al año de la Iglesia Lakewood,
ahora vive de las multimillonarias ventas de sus libros. Reside en una mansión
en Houston, valorada en 10,5 millones de dólares. Ed Young, de la también
texana Fellowship Church, devenga un millón de dólares, además de otros miles
en estipendios y la posibilidad de viajar en un jet privado de 8,4 millones de
dólares. Otros acumulan cientos de miles de dólares en sueldos, aunque esta
elite aún representa una minoría dentro de las iglesias estadounidenses.
El pastor Rick Warren es una de las relativas
excepciones: entrega más del 90 por ciento de sus millonarios derechos de autor
a obras de caridad (USAID - Flickr)
Los millones fluyen de las arcas repletas de la
mega-iglesias. Una investigación de los editores de Online Christian Colleges
revela que las 10 congregaciones más frecuentadas en Estados Unidos manejan
presupuestos por encima de los 35 millones de dólares anuales. En declaraciones
para una investigación del Hartford Institute, el administrador de la
desaparecida Chapel Hill Harvester Church la describió como un negocio que
funciona con el nombre de una iglesia. “Somos una iglesia que genera 10
millones de dólares al año y tenemos que operar como una empresa”, explicó.
Esos ingresos fabulosos, que llegan a través de la
venta de libros, material multimedia y donaciones, han transformado
radicalmente la manera de transmitir los sermones. Las mega-iglesias más
exitosas cuentan con equipamiento de audio y video de alta tecnología,
instalaciones confortables para los feligreses, grandes estacionamientos,
ofertas ajustadas a las diferentes edades, zonas recreativas y una localización
privilegiada en áreas suburbanas de ciudades en plena expansión como Los
Ángeles, Dallas, Atlanta, Houston, Phoenix y Seattle.
La esencia personalista de estas iglesias dificulta
la rendición de cuentas a los feligreses. Cuando los pastores actúan como
autoritarios directores ejecutivos de una compañía, con el poder que les otorga
su liderazgo espiritual y su papel en la recaudación, entonces la línea entre
la misión religiosa y la rentabilidad financiera se difuminan.
Las mega-iglesias han florecido particularmente en
comunidades blancas del sur y el oeste de Estados Unidos (Sidnei da Silva -
Flickr)
Una iglesia, como un mall
Las mega-iglesias multiplican sus ministerios. La
citada investigación del Hartford Institute compara esta variedad con la oferta
de boutiques especializadas en un centro comercial. Ese abanico de opciones
permite a los feligreses encontrar una respuesta casi personalizada a sus
necesidades espirituales, más allá de la satisfacción que experimentan con los
sermones. Además, los miembros muy activos pueden hacer voluntariado o
emplearse al servicio de la congregación. El resultado es una comunidad
dinámica, que se adapta a las expectativas de su “clientela” y funciona siete
días a la semana, como cualquier comercio.
Para reavivar la llama religiosa y atraer nuevos
clientes, las mega-iglesias se presentan como espacios no convencionales, donde
los creyentes encontrarán una experiencia diferente. Ese mensaje se refuerza
con la decoración más moderna, el mobiliario confortable, comodidades similares
a las de grandes centros comerciales y sermones que tratan de tocar los
problemas cotidianos. Algunas prefieren presentarse como herederas de
congregaciones con profundas raíces en el pasado, pero renovadas, mejores y,
sobre todo, más grandes.
Todas comparten una identidad que surge de la
visión exclusiva de sus líderes espirituales, el llamado de Dios, la misión
divina que han recibido. Esas revelaciones particulares les permiten acentuar
la distinción frente a las iglesias competidoras y seducir a quienes merodean
decepcionados de las viejas denominaciones. Es una suerte de disputa por las
almas donde se recurre a técnicas del marketing, como cualquier negocio que
trafica con la materia impía.
Y en esa carrera por multiplicar la feligresía han
sustraído las “ovejas” de pequeñas iglesias. La asistencia promedio a los
servicios ha caído dramáticamente en la última década, según el reporte Faith
Communities Today, de 2015. Alrededor del 60 por ciento de los templos
estadounidenses acogen menos de cien personas. Ese público se ha desplazado a
las mega-iglesias, que no dejan de crecer.
Fuente: Yahoo Noticias.
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